viernes, noviembre 20, 2009

Plegaria (versión cursi)

Sí, es tu piel y desde que puedo olerla sonrío y vos también, lo noto. Necesito respirar fuerte si estás conmigo, necesito mirarte mientras te acomodás la camisa a medida que tu ego crece, como si nada te importara en realidad y nada te importa.

Me presenté a vómitos como si lo necesitara, como si nunca hubieses estado ahí, ni vos, ni nadie, nunca. La situación era ideal, caíste justo, y creo que yo también (lo digo por vos). De a poco la música comenzó a sonar y me gustaba mucho. Bailamos al ritmo de las palabras tontas que infaliblemente gustan, entre tu risa y mis idioteces creí que te conocía de siempre (todavía recuerdo la torpeza de mis manos al fumar).

Bien... traté de dibujarlo de otro color, imposible, el rojo, el verde, todos estaban ahí formando tu nombre. Todos los colores formaron tu nombre, y vos lo viste, cada vez que me miraste, en mis ojos lo leíste, por eso mi vergüenza. Siempre me pasa lo mismo. Cual cartel luminoso, se ven las letras que comienzan a ordenarse perfectamente una al lado de otra ¿justo en mis ojos, que no pueden dejar de parpadear nerviosos, víctimas de una idiota como yo? mierda... y ahí la cagué (puta mirada delatora). Vos no hiciste más que especular con tus movimientos, con tu pelo y tus manos, una y otra vez mientras te miro, jugás conmigo, te gusta, me gusta, te odio.

Empezamos con las frases típicas (las conozco a todas), las uso muy seguido disfrazadas de genialidad. Hablo sin parar, y de golpe, no me entiendo, soy de las que alardea ser tímida, pero en realidad me la pasé contándote toda mi vida, mi vida sin vos.

Las miradas claras se entienden, o no? Pero necesito algo más... tengo que arrastrarme? no... por favor, solo quiero mirarte sin tener que enmudecer mis ojos, ellos te hablan de amor!!!( existe algo mas cursi que esto que acabo de escribir??? ).

Dame una señal, una señal clara, en colores fuertes, en nuestro idioma, con gestos solo para mí, dame una señal y te juro dejo de creer en demonios, de mirar el suelo, de sentir piedad de mí misma... y dejo de escribir esta mierda, que no huele a nada, ni a mierda.